Escenificar nos ayuda a entender, teatralizar nos
permite visualizar realidades que soñamos y reír nos ilusiona, rejuvenece y
amplía el mundo, el nuestro, el más cercano.
Ser individuos y ejercer la individualidad no es malo,
incluso puede llegar a ser maravilloso. Sólo hace falta la consciencia de que
mi parcelita de existencia puede ser lo que yo desee, para ser capaz de
interiorizar que la flor que yo planto, huelo y admiro, forma parte de un jardín
imperfecto que a cien metros sobre el suelo me permite disfrutar de un mundo
multicolor, conformado por miles de ejemplares distintos que hacen que mi
existencia huela a realidad, a naturaleza y a vida en estado puro.
Vivo en un pueblo de algo más de 3.000 habitantes donde
muchos compartimos un proyecto de cooperación al desarrollo que tiene que ver
con la educación, aquí y allí (Nepal).
Contamos con una sede física ubicada en una vieja casa
propiedad de una constructora donde mantenemos un espacio compartido con todo
tipo de asociación (de consumo, anti fraking...) y cuya actividad principal es
la segunda mano. En una de nuestras paredes aparecen las 3E (Educación,
Economía y Ecología) que reflejan de alguna manera lo que pretendemos
conseguir.
Cada vez son más las personas que se acercan a trabajar
de forma voluntaria, a dedicar y regalar su tiempo y energía a esta experiencia
que han hecho propia. Todo esto se está consiguiendo por muchos motivos, pero
creo que uno de los principales es la escenificación de ejemplos que nos
permiten explicar de forma lúdica, divertida y creativa, que la realidad es
cambiante en la medida que nosotros actuamos, incluso, que la realidad es
cambiante aunque nosotros no intervengamos.
La campaña Entra al trapo, ha sido un ejemplo de lo que
quiero compartir con vosotros. Invitamos a los vecinos y amigos a transformar
un trocito de tela de 40X40 de la manera que les diera la gana. Durante un mes
escaso personas de todas las edades se reunían en los jardines para pintar,
coser, escribir o simplemente charlar con otros vecinos. La quedada el 3 de
agosto, (fecha que aprovechamos para celebrar nuestro aniversario y medio), fue
la puesta de largo de nuestra casa de los sueños. Cada uno llevó su trapo y lo
fue uniendo al del resto de "artistas por un día" hasta cubrir
completamente la vieja fachada de nuestra sede.
La energía creada y sentida en ese acto fue la
culminación de un mes de complicidad, de encuentros, de inspiraciones
compartidas entre personas que podían ver cómo el trabajo individual con
pensamiento colectivo estaba cambiando una realidad cercana, la nuestra.
Necesitamos cambiar las cosas pero sobre todo,
necesitamos divertirnos, aprender o desaprender (en realidad puede ser lo
mismo), crecer, madurar y comprometernos, porque vemos la necesidad y la
posibilidad.