20 enero 2019

Un recuerdo del alma

Creo que estudié periodismo por  diferentes motivos.

Estar en el meollo de las cosas. Contar al mundo hechos memorables. Ser la voz de aquellos que nunca habían tenido eco...

Pero sin duda, uno de los impulsos que me llevaron a esta maravillosa y tan maltratada profesión fue la posibilidad que me daba de conocer a personas, personalidades y personajes, todos ellos interesantes para mi por diferentes motivos.

Por carambolas que no vienen al caso explicar, pero eternamente agradecida a ellas, conocí en Madrid a Lolo Rico, hace ya muchos años. En su buhardilla de grandes techos, con libros y esculturas por todos lados, con sus amados perros, me acogió como si siempre hubiera formado parte de su hogar.

Tiempo después, pudimos aprender de su experiencia, de su análisis y con su compañía en un curso que llamamos "Leer entre líneas" y que organizamos en Santander en la búsqueda de una mirada diferente y crítica a la televisión que ella tanto dominaba.

Un detalle que la describe... cuando le pregunté cuanto cobraría por dedicarnos un fin de semana de trabajo ella respondió: "si fueses una entidad bancaria te cobraría miles de euros. Para vosotros lo haré con gusto sin cobrar".

La última vez que estuvimos juntas fue en su casa en San Sebastián, hace unos tres o cuatro años (la foto es de ese día).
Hoy, un día gris y lluvioso del norte, me entero de que se ha ido.

Ella y su bruja avería nos dieron mucho a una generación entera. Yo hoy sólo quiero darle las gracias públicamente y desearle que la tierra le sea leve.

Un fuerte abrazo para toda su familia, en especial para Santiago Alba Rico, a quien también tuve el gusto de conocer brevemente.