27 febrero 2013

Días de lluvia en Ruta6



Manos de ceniza.
Lluvia en los cristales antiguos que deforman la memoria de quienes se asoman a sus ventanas.
Telas de araña que bailan al compás del aire caliente que asciende desde la chimenea donde troncos secados a lomos de las dunas de Oyambre, llegaron de ultramar para despedirse dando todo el calor y la pasión de las historias vistas y sentidas.
Manos entrelazadas en la intimidad del bolsillo de él, que llenan de placer cada poro de ella.
Recuerdos y sueños, cosas que pasaron y otras que están por llegar.
Hay días que por más que uno lo intente, la sensación de calor no llega a la piel. Sin embargo la calidez de la conciencia de estar donde uno quiere, produce una sonrisa interna que ayuda a superar el temporal.
El haya del jardín sostiene el sueño, la esperanza de que la primavera llegará, del mismo modo que los voluntarios de Ruta6 constatan que un mundo mejor es posible.
Y mientras llega ese tiempo donde salga el sol y los hombres y mujeres volvamos a sentirnos orgullosos de lo que somos, nosotros seguiremos mirando tras los cristales viejos, que deforman por imperfectos pero con honestidad, la que está cayendo afuera.


PD: Ruta6 es una ONG ubicada en Cabezón de la Sal donde  el trabajo voluntario mantiene, en una vieja casa, una alternativa de comercio de segunda mano al tiempo que destina todo el dinero recaudado a sufragar becas de estudio para niños  y niñas que viven en el orfanato de Bal Mandir (Nepal) Para más información becasdebalmandir.blogspot.com

26 febrero 2013

Desandar lo andado... o el viaje a lo consciente



Las palabras que utilizamos construyen nuestro mundo. Las palabras que escuchamos también.  
Frases que pasan a formar parte de nuestra realidad, de nuestro modo de estar plantados en la tierra y en la vida. Creencias que nos ofrecen una visión de lo que somos por cómo actuamos, por cómo nos relacionamos y por cómo nos ve el mundo externo, conquistando éste toda la importancia de la percepción de nosotros mismos, entregándonos a lo ajeno sin cuidar lo íntimo.
(Notas... nos evalúan, nos colocan en un lugar y no en otro de la lista, y notas que te sientes tonta)
Algunas palabras resonaron en nuestros corazones hace tanto tiempo y con tanto dolor, que las guardamos (no nos quedó otro remedio) en un lugar sin eco, donde el silencio absoluto reinase para siempre.
Y un día, cuando las personas, los contextos y las emociones se unen formando una nueva caja de resonancia, aquellas palabras recuperan su lugar y vuelven a sonar en nuestro mundo.
Y como si de un circuito averiado se tratara, las conexiones vuelven a funcionar y al final del cable se enciende la bombilla, iluminando las zonas oscuras que no pudimos entender porque no fuimos capaces de verlas, ocultas en las tinieblas.
Y las lágrimas brotan limpiando el rastro de aquello que nos hicieron creer como verdadero y que ensució el camino que lleva al consciente.
Desde la comprensión y el respeto a los que lo hicieron lo mejor que supieron, nos encontramos listos para querernos un poco más cada día, eligiendo conscientemente las palabras con las que construir nuestro mundo y reconquistando la voz de nuestro interior.



24 febrero 2013

El tiempo también amasa








 En Ruta6 se han realizado talleres de pan artesano a cargo de David Santiago. (Foto Alejandro)




Cuando la masa se te pega en las manos y en el alma, deja reposar. El tiempo también amasa, el tiempo también da perspectiva y relativiza, calma y despega, da elasticidad y nos hace un poquito más flexibles, más serenos...
Hacer pan artesano puede ser un buen ejercicio vital. Los ingredientes fundamentales son muy poquitos (harina, masa madre, agua y sal) como en la vida. Con ello se pretende recuperar el cuidado al cuerpo a través de la alimentación de calidad, hecha con tiempo y con cariño, con paciencia, sin prisas, con esfuerzo y atención, y al final del proceso, sentarte a la mesa con las personas que realmente quieres y disfrutar de la vianda.
Compartir el conocimiento, conectarse con lo auténtico, hacer una visita al pasado no tan lejano de nuestros abuelos donde en las cocinas de las casas se tejía una red familiar y afectiva como el entramado que conseguimos con el gluten estirado y plegado una y otra vez.
Y el calor, del horno y de los afectos, hace su trabajo consiguiendo que la masa crezca, igual que lo hacemos las personas.

21 febrero 2013

Mujeres aprendiendo a quererse



Mañana será otro día pensó, y cerró los ojos.



 “Pondré mucha atención al primer pensamiento que llegue  a mi cabeza, porque estoy segura de que condicionará todo lo que venga después”, decidió firmemente antes de que la conciencia de espíritu la abandonase definitivamente aquel lunes de febrero.

La jornada había sido realmente complicada. Niños, colegios, comida, facturas y para colmo, su amiga se había molestado con ella por un comentario ingenuo sobre no sé que bobada de las cortinas. Ah, si, su marido también había llegado demasiado tarde y cansado como para contarle ninguno de sus “problemas” (como odia ese gesto que tantos adultos se empeñan en hacer, con sus deditos de adultos y actitud de adolescentes que nunca dejaron de ser).  “Nadie les dijo que precisamente las comillas expresan en el texto el tono irónico que la voz dice por si misma”, piensa cada vez que ve a su marido hablando entrecomillado.

Todo había ido in crescendo con doble proyección: el estrés y mal humor fueron aumentando e inversamente proporcionales a su pérdida de energía y ganas de vivir.

Por eso, en días como este, se dedica a vivir la vida de los otros y para eso se sienta delante de la televisión y se traga todo tipo de programa en los que los familiares se insultan, los amantes se reprochan públicamente sus infidelidades, y todo tipo de lindezas humanas disponen de su minuto de gloria en formato full hd 1080 android.

Sin embargo es curioso descubrir que el estado anímico, la ganas de vivir, pueden volver desde el mismo lugar en el que se perdieron. Fue también en televisión donde escuchó a un personaje sin importancia una frase que la tocó en algún lugar de su cabeza y produjo un eco interesante que la tuvo inquieta el resto del día.

“Debemos aprender a querernos. Sólo podemos entregar a los demás lo que llevamos dentro” y en ese momento apagó las 32 pulgadas de pantalla (ni una sola quedó iluminada) y respiró. Los niños estaban haciendo sus tareas escolares encerrados cada uno en su habitación. Ella, sin embargo, se sentía vacía, cansada, frustrada y molesta.

Volvió a respirar y se puso las zapatillas de deporte. En cinco minutos estaba paseando, con el aire frío entrando hasta sus pulmones y la cabeza comenzó a desechar todos aquellos pensamientos que la llevaban a un lugar ingrato donde no deseaba estar.

Después de una hora de ejercicio a buen ritmo y de regreso hacia casa, paró en la panadería del barrio. “Una barra normal... y tres palmeras de chocolate, por favor”. El te humeante frente a ella y el primer mordisco del dulce, produjo una definitiva sonrisa en su interior. Su hijo entró por la puerta de la cocina en ese momento y también sonrió. “Me invitas a una”, dijo. Ella extendió la mano.

20 febrero 2013

Y en el circo de la vida... la magia existe



Todos cuando nacemos ocupamos un lugar e interpretamos un papel; en la familia, en el trabajo, con los amigos y también en la sociedad. Y como en la pista central del circo, en ocasiones nos toca ser protagonistas y en ocasiones tocamos el violín creando ese fondo musical que llena el ambiente de emoción contenida, de temor a que el trapecista caiga por mucho que seamos conscientes de que existe una red que lo protegerá antes de estrellarse contra el suelo.
Desde pequeña, las pocas veces que pude ir al circo, me resultaba especialmente atractiva la figura del mago. Me dejaba llevar por la ilusión, la fantasía, la creencia de que había algo inexplicable que conseguía nuestra atención y lo que era mejor, nuestra sorpresa y admiración.
Ayer vi en televisión cómo una familia (matrimonio y un bebé) acoge en su casa a dos jóvenes inmigrantes aún a riesgo de ser encarcelados si sale adelante una de las reformas que el actual Ministro de (in)Justicia pretende aprobar.
En las redes sociales se ven continuas muestras de solidaridad con colectivos o particulares que están pasando una mala situación (dos bomberos gallegos se negaron hace unos días a abrir la puerta que permitiría desahuciar a una anciana de la que ha sido su casa durante los últimos 40 años de su vida).
Y es que el mundo está lleno de personas que con una varita (barrita) mágica sacan conejos del sombrero y los cocinan con patatas para dar de comer a cuatro que hoy tienen hambre.

15 febrero 2013

Íntimo



Sólo hacen falta dos seres para crear otro. La mecánica es casi la misma en todas las especies, sin embargo, y por mucho que se repita una y otra vez, el resultado es único, exclusivo e irrepetible.
Yo soy la pequeña de una saga de seis y puedo asegurar que mi familia es el más genuino ejemplo de lo que acabo de afirmar.
Los dos varones llegaron los primeros, pisando fuerte, aunque cada uno a su manera. El primero revelándose ante todo lo establecido, el segundo haciendo lo mismo pero desde el silencio y la aparente obediencia a las normas.
Después llegaron ellas, mis tres hermanas mayores, tan distintas como buenas.
Todos ellos hicieron que me criara en una familia normal de mediados de los 60. Mucho trabajo y poco dinero. Muchas necesidades y pocos caprichos. Clandestinidad y lucha proletaria en la trastienda mientras en el mostrador se despachaban cuarto y mitad de arenques y unas alpargatas de suela de esparto del 42.
Alrededor de la mesa, siempre llena de comensales, las tertulias se sucedieron desde mi recuerdo consciente de niña a la que le impedían opinar sobre temas importantes como la creencia en Dios, o paradójicamente, la libertad de expresión.
Fue ahí donde nació mi frustración al mismo tiempo que mi necesidad imperiosa de ser escuchada. Fue ahí donde Carmina y Emilio me enseñaron lo que era una familia, lo que resultaba de la amistad cuidada con el mimo de la cocina humilde pero hecha con amor y compromiso, lo que significa compartir cuando no se tiene y la manera en la que, aún en silencio, se pide perdón.
Con ellos, con mis hermanos y amigos, descubrí alrededor de la mesa que cuando estamos juntos nos sentimos más fuertes, y que tanto reír como llorar se hace mejor en la compañía de quienes te quieren.
Hace poco que Emilio se fue, poco a poco, apagándose a sus 88 años de edad como una vela que por fin consume toda la parafina y a la que ya no queda nada más por hacer, ni un solo rincón más que alumbrar. Carmina, sin embargo, se marchó rotunda con 67 años, rápida, sin previo aviso… o quizá mandó señales que ninguno fuimos capaces de percibir.
Fue una mujer apasionada, inquieta, con ganas de aprender, de conocer, gran conversadora y perfecta a la hora de escuchar. Vivió como el diapasón que marcaba el ritmo de la vida familiar y cuando ella se fue de golpe, todos nos quedamos parados, mirando a un lado y a otro como buscando el sonido que rompiera aquel silencio tremendo.
Y de repente, un ligero murmullo comenzó a tomar presencia. De la oscuridad empezó a hacerse nítida una leve luz, delicada, suave e imperceptible en un primer momento.
Era la voz de Emilio, que con el corazón roto por la pérdida repentina del amor de su vida, se hacía oír entre nosotros. Y era un discurso tranquilizador, doloroso en ocasiones, nostálgico casi siempre. Y con el paso del tiempo todos aprendimos a seguir su ritmo. Necesitamos algo más de 16 años para escucharle en pleno apogeo diciendo adiós.
E igual que Carmina me enseñó a vivir, Emilio me enseñó a morir, dejándose cuidar, bailando conmigo un día antes de su muerte cuando le ayudaba a llegar a su cama, mirando el movimiento de las hojas del árbol frente a su ventana como quien veía la mayor de las maravillas, porque además, así era para él.
Los dos me enseñaron a mirar el mundo como una persona privilegiada por poder decidir la vida que quiero llevar. Cada día lo intento pero de lo que no me cabe ninguna duda, es que he sido y soy una persona afortunada por tener en mi mundo seres como ellos y como vosotros con los que ahora compartir mis sueños.

14 febrero 2013

Entre palabra y puntada...

A Petra, que busca en la memoria de su amada Argentina








Emoción en mis entretelas. 
Historias mágicas, tan lejanas como íntimas, con pasión, con temor... y todas ellas agarraditas a los músculos de mi memoria.

Puntadas doradas, recuerdos oscuros que ilumina la luciérnaga.

Paso a paso, de a poco crece y

de repente el hilo rompe el ritmo

y la máquina se para...separa.

Y las palabras cubren, abrigan, ocultan, enferman o sanan.

Brillos que desvían la mirada, linos que conectan con la madre, terciopelos... escalofríos...sensaciones... 
Emociones en mis entretelas





12 febrero 2013

Necesito decirlo

Se necesita todo un pueblo para educar a un niño... y un país completo para cambiar un sistema basado en la injusticia social, el capitalismo extremo y cuyo grito de guerra es “tonto el último”.



No importa el lugar que ocupes en la sociedad, no importa que estés en el paro o seas trabajador de banca, no es relevante que cobres una jubilación o que aún no te hayas incorporado al mundo laboral. Es fundamental que nos demos cuenta de que somos dueños y responsables de la vida que tenemos por delante, hoy mismo y se trata de simple justicia.

Por eso me alegro cuando leo el artículo de una periodista afamada y reputada como Lucía Etxebarria llamando a las cosas y a los cacos por su nombre. Es por eso que el artículo de Lucía me inspira y me motiva para, desde el periodismo anónimo y sin repercusión mediática, me lance esta mañana a reflexionar desde mi casa, justo antes de salir a trabajar como voluntaria en un proyecto que lucha por la educación como herramienta transformadora en un país desfavorecido (Nepal) Que ironía.

Quizá sólo lean estas líneas mis amigos y familiares (siempre incondicionales) pero eso tampoco es importante porque estaré en movimiento, aportando mi grano de arena al cambio necesario para que la crisis ética que vivimos se transforme en una sociedad libre, educada y sana.

No pueden convencernos de que éste es nuestro destino, por decisión de entes superiores que determinan cómo, dónde y por que debemos de vivir. Nuestros padres, salidos de una guerra, nos educaron desde el sacrificio y la libertad para ser buenos, solidarios y responsables de nuestras acciones.

Porque ser bueno no está pasado de moda, no es sinónimo de ser gilipollas y mucho menos supone que estés integrando las filas de cualquiera de las muchas iglesias conocidas (o si, eso tampoco es un problema).

Ser bueno supone ser reflexivo, vivir conscientemente como te parece adecuado, pensando en el bien colectivo porque eso SIEMPRE significa el crecimiento individual. Ser bueno es quererte hasta el extremo y cuidarte, porque eso supone que no tendrás más que cosas buenas para compartir con el mundo que te rodea.

Sin embargo hemos cometido errores en nuestra vida que nos están costando demasiado sufrimiento. Y no importa que yo llegue a duras penas a fin de mes, porque saber que mi hermano, o mi vecino pasan hambre, me impide disfrutar de mi plato de comida plenamente.

Uno de esos errores tremendos que han cambiado la escala de valores por la que tanto lucharon las generaciones anteriores, ha sido dejar en manos de personas sin escrúpulos el devenir de la política y la economía mundial. Un grupo de delincuentes con traje manejan los dineros públicos como auténticos mafiosos y además tenemos que pagarles por ello. Pero eso también puede cambiar. No dejemos que nos entretengan más.


Nos hicieron creer que “tanto tienes tanto vales” y nos convirtieron en eternos insatisfechos endeudados hasta los dientes e invadidos por una sensación de vacío infinita. Sin embargo la banca también toma cartas en el asunto y hace suya una voz diferente. El ejemplo en este caso es Joan Antoni Melé (banca ética). Melé decía que “no somos pocos los que estamos en este punto de cambio de mentalidad, pero debemos conectarnos”, unirnos, porque eso nos dará fuerza y motivación.

Periodistas valientes (Iñaki Gabilondo, Lucía Etxebarría, entre otros) banqueros comprometidos con lo social (Melé) jueces que se enfrenta ante las injusticias ejecutivas, cirujanos y celadores compartiendo pancarta, ciudadanos defendiendo en el Congreso derechos fundamentales como el de la vivienda (Ada Colau)...

Esto está pasando y lo hace a nuestro lado. No permitas que este movimiento pierda fuerza porque algo grande e importante está sucediendo.

Los Mayas no fallaron. El mundo que hemos conocido hasta ahora ha tocado fondo y una nuevo se está construyendo, con o sin ti.

Hay tan poquitas cosas que tienen valor real. Párate a pensar y descubrirás que algunas de ellas no se obtienen con dinero (el abrazo de una persona querida, el paseo por la playa de tu pueblo con los pies descalzos una mañana de domingo o la conversación delante de una taza de café con tus amigos de toda la vida).

Cambia el chip, redescúbrete y vuelve al origen. Párate, medita, respira y vive la vida que te hace feliz. Conéctate con personas que están en la misma forma vital o disfruta de las diferencias, eso tampoco es relevante.  No somos pocos, de verdad, sólo pretenden que lo creamos.

Pero creer es crear, y yo creo en el ser humano, bueno y digno por naturaleza. Nos enseñaron desde pequeños a respetar(nos), que coger lo que no es tuyo se llama robar, que todos somos iguales en responsabilidades y derechos y que hay que trabajar para comer.

No te importe que piensen que estás loco cuando hablas de estas cosas. Cada persona necesita un tiempo, una experiencia, un momento y quizá el suyo no haya llegado todavía. O quizá no fueron educados y criados por familias de trabajadores honestos que acudían a colegios públicos donde se formaba a personas y no a individuos competitivos cuyo fin en la vida era ganar mucho dinero y lo más rápido posible.

Pero esto ya ha comenzado, lo quieran o no. Por eso es importante que cuanto antes los intelectuales se pongan en marcha, porque les necesitamos y los científicos, los humanistas, los jueces, los cirujanos, los periodistas, los maestros y educadores, los policías, los artistas, los banqueros y los políticos, sí,  también ellos. Pero sobre todo te necesitamos a ti.

Porque no queremos ser el caldo de cultivo para que un iluminado haga carne de cañón con la masa, con la plebe, conmigo y contigo, y decida que no estamos preparados para ejercer la libertad de elegir a nuestros representantes. Que nadie se equivoque.

Debemos estar alerta, despiertos, atentos, identificando a nuestros enemigos pero sobre todo conectados con nuestros aliados, los hombres y mujeres buenos, solidarios y comprometidos con lo público, lo social y con el bien común, porque ello nos dará paz.