27 marzo 2013

Blanca





¿Desde cuándo soy blanca?
El sentimiento racista es algo que se mantiene en las sociedades por mucho tiempo que pase y en los momentos de crisis se regenera especialmente.
Pensaba yo que en el momento actual, éste en el que compartir es una de las claves de la supervivencia ética y moral, estaríamos por encima de nuestros arco iris particulares y el camino no sería pindio sino más bien llano y en blanco y negro.
Aunque parezca que la falta de color nos retrotrae a lo antiguo (hasta en eso condiciona la televisión nuestra memoria) quizá nos acerca al origen, a la esencia de lo que realmente se es, más allá de la pigmentación, talla o cualidades físicas que en la ruleta de la genética nos haya tocado en ciernes.
Ayer dos chicos argelinos torcieron el gesto al saber que en Ruta6, también compran familias gitanas. Españoles de pura cepa miran de reojo cuando algún rumano está en la misma habitación que ellos. Otros cuestionan el color y procedencia de los niños a los que va destinada la ayuda para estudios.
Claro... será que como soy blanca, no llego a entender qué diferencia existe entre el resto de colores a la hora de tener derecho a una vida digna.

24 marzo 2013

Memoria



Me moría de dolor...

Memoria

Sólo en ocasiones la dejo que se vaya lejos, hasta el origen de lo que pudo llegar a ser y nunca sucedió.

Matar un perro a mordiscos, gritar hasta quedar sin voz, soñar hasta perdonar y poder decir adiós.


Memoria

Aún me muero de dolor

20 marzo 2013

A mi amiga la niebla



Me gustan los horizontes lejanos.
Relajan la mirada y el alma.

La niebla, sin embargo, igual que los laberintos, crea en mi espíritu cierta sensación de desazón, de intriga ante lo que se sugiere pero resulta inalcanzable para los ojos.

La niebla envuelve los edificios, las calles y a las personas que los ocupan. Desenfoca los contornos y confunde las distancias y proporciones.
La niebla ayuda a crear una realidad paralela, una nueva dimensión que tiene que ver con el ser, más que con el estar.
 
La niebla me envuelve con delicadeza como si de una sutil camisa de fuerza se tratara. No me deja escapar de su melancolía y yo me entrego.

Dejo que me lleve de la mano por los rincones del alma que menos aireados están, que menos visito, pero que sin duda forman parte de mí.

Entonces cierro los ojos y me entrego definitivamente. Otra vez estoy en el laberinto.

Me tranquiliza un pensamiento. La experiencia me ha enseñado que nada es eterno y que tarde o temprano el sol saldrá y con él, la niebla desaparecerá, sin hacer ruido, como llegó.

Y los edificios, las calles y las personas, abandonarán sus fantasmagóricas siluetas para recobrar su apariencia real, o al menos, la que más cerca está del mundo que me hace sentir en casa.

Gracias niebla, por darme tregua en la tranquilidad.

Y la primavera me pilló subida en el tejado



Qué iguales somos en lo más profundo de nuestro corazón. Qué desperdicio de energía cuando nos empeñamos en buscar las diferencias entre razas, colores, religiones, sexos... Todas están a la vista, o sólo hace falta escarbar un poquito para que salgan a la luz.
Sin embargo hay cosas profundas, auténticas, que nos unen por encima de tiempos y edades, por debajo de lugares y culturas. Hay quien cree que los Dioses regalaron al hombre la divinidad, pero la escondieron para que la encontrara a lo largo de su vida. Después de mucho pensar, decidieron guardarla en el interior de  cada individuo, sabiendo que es en el lugar donde más difícilmente miramos.
Pero son éstas, épocas de cambios, de conciencias que despiertan a una forma distinta de estar sobre la Tierra. Manchadas las manos de destripar terrones para preparar la huerta que alimenta nuestros cuerpos y con la cara fría del rocío que cae al mirar las estrellas que alimentan nuestros sueños, el hombre y la mujer miran su interior y descubren corazones que laten con fuerza.
Y las mujeres (al menos las mujeres) de todas las edades se reúnen alrededor de una mesa y se miran a los ojos, para ver que no hay diferencias, que todas, absolutamente todas, necesitan el amor para poder levantarse cada mañana y continuar buscando a las diosas que habitan en ellas.
Feliz primavera.

15 marzo 2013

Poner el foco





Cada persona encierra en su interior lo mejor y lo peor del ser humano, sólo es cuestión de proporciones, de conciencia y de voluntad.
No es posible definir al completo y con justicia la personalidad de alguien y es por ello que terminamos hablando de sus hechos como muestra de sus fortalezas o debilidades, y con ellas nos retratamos a nosotros mismos.
Los estereotipos funcionan, registran, clasifican y nos colocan en donde alguien decide. Al leer estos días que el nuevo dirigente de la iglesia católica era aficionado al fútbol y a los tangos, crea una imagen que poco tiene que ver cuando se leen las declaraciones de una de sus hermanas en El País de hoy afirmando que “es la persona indicada para tapar la podredumbre”.
Y sigue sin llegar el día en el que el sueño se cumpla. Ese  en el que una valiente y honorable persona dedique su vida a llegar al poder para, desde allí, echar el sistema por tierra y construir algo nuevo y justo.
El sueño, igual que la vida, continúa.

07 marzo 2013

Mujeres que aprendieron a cuidarse




2084
(Participando en Esta Noche Te Cuento de blogspot)

Al niño le gustaba tocar la arrugada piel de las manos de su abuela. Ambos estaban frente al mar y sus caras recibían la suave brisa del Cantábrico.
Era en ese momento, tras el paseo sereno que culminaba con sus cuerpos posados sobre una de las dunas, cuando Esther le contaba a su nieto una de las muchas historia que la memoria guardaba como capítulos de su atesorada vida.
Les gustaba a los dos mirar el horizonte mientras la voz de la experiencia penetraba en el oído infantil, buscando un hueco confortable para quedarse.
La narración siempre tenía como banda sonora las olas llegando a tierra, descansando unos segundos para inmediatamente volver a comenzar la huída mar adentro.
Aquel día, y después de que Esther terminase su cuento, el pequeño Darío dijo: “Qué afortunada has sido abuela. Yo también quiero tener una vida así”.
Y sin perder la mirada serena, la abuela bajó los ojos para ver como el dedo de su nieto dibujaba inocentemente los trazos que un día alguien le había tatuado en la cara interna de su brazo izquierdo: 2084.
No hubo respuesta. Ambos respiraron profundamente y emprendieron el camino de vuelta a casa. 
Comenzaba a anochecer.




05 marzo 2013

El viaje de la vida






Siempre hay maneras diferentes de vivir, y resulta tan interesante descubrirlo un lunes de Marzo  cualquiera y en tu propia cocina. De repente compartes mantel y tortilla con alguien que viaja por la vida (literalmente) con todas sus pertenencias en una mochila. Las casualidades (hay quien no cree más que en la causalidad) han hecho que en un momento determinado él y mi familia confluyan en un tiempo y un espacio concreto.
Mi experiencia en viajes es pequeña, y debe ser por eso que me parece un auténtico regalo disfrutar de la conversación de alguien cuyo objetivo es precisamente el viaje en sí mismo.
Comprobar que se necesita realmente muy poco dinero para subsistir, constatar que el planeta está lleno de personas buenas que están deseando demostrarlo, ver que finalmente pocas diferencias importantes existen entre individuos procedentes de culturas y religiones enfrentadas históricamente... cómo cambia el cuento cuando bajamos de la cúspide de los que se erigen en narradores de la verdad para colocarnos frente a otro ser y mirarle a los ojos para descubrir nuestros mismos miedos e ilusiones.

¿Dónde está el acierto a la hora de elegir viajar o quedarte?

Ya me gustaría tener la respuesta, o quizá no. Hasta donde mi experiencia alcanza, no puedo hacer otra cosa que quedarme con el aquí y el ahora, pero no a cualquier precio. Aquí y ahora porque lo decido conscientemente, porque es donde siento que tengo, debo y quiero estar.
Y creo que el camino es ese, la búsqueda de nuestras propias ilusiones, fantasías, proyectos y escuchar lo que nuestro yo más íntimo nos pide y tratar de darle gusto.
Sentir, sobre todo sentir para disfrutar de la libertad de hacer la vida que nos complace, y para eso, creo que poco tiene que ver el movimiento externo.
Una vez tuve el lujo de disfrutar de una abuela que nunca salió de su pequeño pueblo. Ha sido una de las mujeres más sabias que he conocido.
Otras veces he descubierto grandes personas que han recorrido el mundo (algunos continúan haciéndolo) buscando lo que sólo ellos saben.
Quizá un día de estos cambie de opinión pero de momento me siento a gusto y en paz compartiendo estas palabras contigo.

Y tú ¿dónde andas?