12 junio 2013

Pensamientos



Ayer una amiga me regaló un manojo de pensamientos que yo cultivo en el pequeño y único terreno de que dispongo, contenido en humildes jardineras.

Hoy limpio las malas hierbas que los camuflan e impiden disfrutarlos en plenitud. Resulta fácil arrancarlas y ver en su esplendor la sencillez de estas preciosas flores multicolor.

Mañana admiraré los matices de sus distintas tonalidades con la certeza (que no frustración) de que las malas hierbas volverán a aparecer.

Mientras tanto y para no morir de éxito, en el rincón del balcón, una maceta llena únicamente de malas hierbas me mantiene atenta.

El domingo... volvemos a meditar.

10 junio 2013

Respirar



Respirar juntas, de la mano, compartiendo el dolor.

Recuerdo la sensación de descanso de mi cuerpo cuando, embarazada de nueve meses entraba en la piscina y el agua me ayudaba, compartía conmigo la carga de mi querido bebé.

No hay agua suficiente en el mundo que atenúe el dolor de perderle. 
No hay manos que sostengan el alma de la madre que ha perdido lo parido.

Ni imaginarlo puedo.
Ni imaginarlo quiero.

Sólo coger sus manos y respirar, hasta que el sollozo se calma y deja paso a la tristeza profunda y silenciosa.

Respirar juntas, de la mano, acompañando en el dolor.

08 junio 2013

Reflejos de la memoria
(participando en estanochetecuento.blogspot.com

Mi padre decía que conducir era lo que más le gustaba hacer. Ponerse al volante y mirar la carretera sinuosa que le llevaba a un lugar que sólo él conocía.
El silencio, más allá del zumbido del motor gasoil, la mirada perdida en una situación que dominaba por placentera, y el brazo apoyado en la ventanilla, es una imagen que mi retina guarda en la memoria infantil.
Sin embargo, sus ojos cambiaban la mirada de vez en cuando. En ocasiones, se posaban en el retrovisor para comprobar que todo iba bien en el asiento trasero del que, con dificultad, sobresalíamos mis hermanas y yo.
Sin cinturones, ni sillas homologadas, el viaje no duraba más de 50 kilómetros y dos horas de una tarde de domingo.
Mi madre, sentada a su lado, era la complice perfecta que disfrutaba con la cara de placer de su compañero de viaje.
Un cruce de miradas y la leve sonrisa de ambos era una escena indescifrable para mi en ese momento, aunque el guiño de mi padre a través del espejo me llenaba de tranquilidad, la misma que perdí el día que me hice madre.