Somos así, qué le vamos a hacer.
Ponemos nuestras vidas en manos de otras personas, para que tomen las decisiones adecuadas en todos los aspectos que nos
conciernen... economía, educación, sanidad, derechos civiles...
Reconozco que me cuesta identificar a la juventud acomodada
con el recuerdo de mi época universitaria, de reivindicación en la calle para
conseguir logros sociales, para alcanzar cotas de libertad y derechos que hasta
entonces no teníamos.
Vivir bajo una dictadura nos coloca en una posición como
sociedad, muy diferente a la que adoptamos cuando nos dicen que vivimos en una
democracia. Bajamos la guardia, confiamos en el sistema, nos acomodamos y
abandonamos las calles.
El sistema educativo, en muchos casos, refuerza y construye
una sociedad sumisa, encorsetada y atada a la pata de la mesa en el aula,
llenándonos de datos e impidiendo nuestra sabiduría.
Y así llega el día en el que el miedo a perder la miseria,
nos convierte en seres sin referencias que votan para mantener en el poder a
quienes les han llevado al vacío.
Hoy es un día en el que esto ha vuelta a suceder. Ese Trump,
misógino, racista, violento... será el próximo presidente de uno de los países
más poderosos del planeta.
Pero no podemos olvidar que hace sólo unos días, este país ha
elegido el Gobierno de un partido político sentado en los Tribunales por su
gestión corrupta y cuya política
económica (que responde a los intereses del IBEX 35 y obedece órdenes de los
mercados) ha llevado a miles y miles de ciudadanos a sufrir esta crisis que
algunos muy bien llaman estafa.
Trump ha ganado (tristemente) en las urnas.
Rajoy es presidente (incomprensiblemente) gracias a la
abstención del Partido Socialista Obrero español.
Identificar al enemigo no siempre es tan sencillo.