07 mayo 2013

Poder




Hoy me pasa que no puedo con lo que no puedo.

La internacionalización, la multiplicación de la información, la sensación de ahogamiento global me hace mirar hacia otro lado.

Frustración, esa es la palabra que mejor expresa lo que siento cuando el cambio es tan ambicioso que resulta utópico (en el peor sentido de la expresión), imposible, inalcanzable para los mortales que compartimos un bloque de pisos medios, de clase media, con sueldos menos que medios y sobre los que intentan que caiga la responsabilidad única de la actual situación.

Y cuando algo me parece inalcanzable desde el lugar que ocupo, tiendo a creer que quedarme quieta es la única opción, que esto es lo que hay y que mi movimiento no generaría ni una brizna de aire.

Nos metieron en el saco de “vivir por encima de nuestras posibilidades” y ahora también quieren meternos en el de “soñar por encima de nuestras posibilidades”.

Pero sucede que después de la primera sacudida nada es igual.

Que una vez despiertos es absurdo seguir soñando lo imposible y que hemos descubierto el juego, cada vez más burdo y transparente, de los que tienen el poder.

Por eso hoy tampoco puedo con lo que no puedo... y miro hacia otro lado... pero en ese cambio de mirada, encuentro una visión distinta, un cambio cercano, propio, individual, posible y sobre todo, generador de un tornado que puede cambiar mi paisaje personal.

Quizá no pueda cambiar el sistema comercial mundial ni la realidad de Carrefour, Mercadona, etc... pero hoy comeré la verdura de temporada que mis vecinos producen en las huertas cercanas. 

Los cambios en mi salud, en la micro economía local, en la mies del valle en el que vivo... serán hoy y yo los veré y disfrutaré. Quizá no suene importante, seguro que no saldrá en los telediarios, pero será auténtico y real.

Se me ocurre que podríamos hacer lo mismo con la política. Quizá los cambios deban venir de lo sencillo, de lo inmediato, de lo cercano, de lo que realmente podemos y el juego del poder tenga que cambiar las reglas.

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