Nuestro
mejor intento... no hay reproches
Nos hacemos mayores y
seguimos tropezando, pero siempre cayendo hacia adelante. Hablemos de lo que
queramos, pero el cambio es constante, indeseado la mayoría de las veces e
innegociable en su esencia siempre.
No nos queda más remedio
que volver a reinventarnos la gente de la izquierda, incluso se lo empiezan a
plantear aquellos votantes de la derecha.
Parecía que todo el
trabajo estaba hecho cuando murió el dictador y se construyó la democracia
sobre los cimientos que en ese momento parecieron los adecuados, siempre
creyendo los "padres" (que no madres) que era la mejor de las
opciones.
Los lugares comunes del
poder fueron ocupados durante demasiado tiempo por el mismo tipo de personas y
eso hizo que la falta de aire nuevo termina por corromper la estancia y todo lo
que había dentro de ella.
Dejaron de pasear por las
calles, de cenar con sus hermanos y amigos de la infancia en el mundo de lo
cotidiano para el 90% de los habitantes de este país. Se rodearon de mediocres
que aplaudían como focas en el acuario a quien les regala el pescado diario, y
miraron en dirección contraria de donde se encontraban aquellos que les habían
dado toda su confianza creyendo que nunca se olvidarían de su origen, pero
menos aún de los ideales sociales por lo que fueron elegidos como
representantes.
Bien... ahora el escenario
ha cambiado. Hemos abierto las ventanas dispuestos a limpiar cada rincón,
provocando la corriente necesaria para que las bolas de polvo salgan de debajo
de los armarios y abandonen la estancia por la gran puerta que hemos hecho para
la ocasión.
El sofá de plumas será
sustituido por la silla del ciudadano,
segura y cómoda aunque no demasiado, donde los nuevos actores elegidos se sentarán cada vez que tenga dudas
sobre qué decisión es la adecuada.
Pero sobre todo, calzarán
zapatos de todas las tallas y pisarán el mundo de los mortales, conectados así
con la tierra fértil y viva de la que salieron.
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