23 marzo 2014

Visibilizar el dolor nos hará más fuertes





Ayer marché por las calles de Madrid acompañando (o acompañada, según se mire) por dos millones de personas. Entré en la capital del Estado con la columna noreste y a excepción de una señora muy aseñorada saliendo de una iglesia (recién confesada, imagino) y que en compañía de varios de sus hijos nos provocaba con sonrisa socarrona y teatralizando vergüenza por nuestra protesta, el pueblo de Madrid nos recibió con todo el cariño y la solidaridad esperada.
Nunca había participado en una manifestación semejante, ni siquiera en las movilizaciones del No a la Guerra. Nunca había sentido tanto compromiso y tanto hartazgo, hasta el punto de escuchar a Policías decir: "esto es algo grande, debería de haber millones en la calle", al tiempo que aportaban cinco euros en ayuda a la organización.
Pero hace poco escuché a alguien hablar de los invisibles, de todos aquellos cuya situación es tal, que ni fuerzas tienen para salir a gritar, a exigir lo que hace tiempo se habían ganado como derecho libre y gratuito y que ahora les roban impunemente.
Porque cuando alguien pierde la casa, el trabajo, el poder adquisitivo que le permita alimentar a sus hijos (un niño de cada tres en España pasa hambre) cuando alguien se siente tan decepcionado que pierde la alegría de vivir y la ilusión para continuar en la lucha, entonces se convierte en un ser pequeño, casi invisible, que sufre en soledad la desesperanza.
Y mientras caminaba por la calles de la capital del Estado rodeado de miles de personas, pensaba en todos los miles que no habían encontrado la fuerza para salir a la calle una mañana de sábado cualquiera, tan infelices como incapaces de poner un pie detrás de otro para avanzar en la recuperación de los derechos sociales.
Y desde aquí no quiero reprocharles nada, más al contrario, animarles a que busquen en lo más profundo de su "almario" (robo el término) y se pongan sus mejores trajes para la fiesta que se está organizando, en donde los humildes y trabajadores (jueces, médicos, obreros, am@s de casa, parados....) nos haremos dueños de nuestras vidas presentes y futuras, ya que el pasado sólo debe servirnos para no repetir errores como los que nos han llevado a la situación actual.

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