Dentro y fuera
Música en las pestañas que suben y bajan el telón del
mundo, hasta quedar cerradas cuando la luna llega.
La ensoñación camina hacia el interior entonces, recordando
pasos mil veces dados, millones quizá, por un camino repetido pero diferente
cada vez que es transitado.
Cada instante es único y diferente, sólo es cuestión de
matices, de pequeños gestos, palabras, susurros o pensamientos con los que
construimos cada día y cada noche como si fuera el último día y la última
noche, felices de haberlo disfrutado o sufrido (tanto da).
Y llega el silencio y la mente se mece colgada de hilos invisibles por las tinieblas que la arropan, y se deja llevar y traer... como si volviese siempre al mismo lugar. Pero ambas sabemos que no es así. Aprendemos a (por) nuestro pesar.
La vida nos da un respiro, breve, intenso, necesario.
Y vuelve a sonar la música en las pestañas que bajan y suben el telón del mundo, hasta quedar abiertas cuando la luna se va.
La vida nos da un respiro, breve, intenso, necesario.
Y vuelve a sonar la música en las pestañas que bajan y suben el telón del mundo, hasta quedar abiertas cuando la luna se va.
¡Pestañas que suben y bajan, bajan y suben el telón del mundo! Dentro y fuera, sueño y vigilia. Una luna que parece un faro, o a mi, tu luna, me lo pareció... un texto para realizar varias lecturas, des atentas, disfrutando las imágenes, a media sonrisa, para acabar pensando que no, que no es un texto amable, suave, lindo, bello, que lo es, porque en las sucesivas lecturas aparecen tormentas y desgarros, incógnitas y certezas apenas pronunciadas, que me hacen eco... y no releo porque no sé ni lo que dicho, y es una manera, como otra cualquiera, supongo, (pedantuka?) de decir que me ha encantado.
ResponderEliminar