Tres
árboles, un suspiro y zas...
La vida
llega y se va en un instante, o no...
Agonías
eternas que terminan por aniquilar una generación y requiebros en la esquina
que te fulminan con una suave brisa.
Somos
ligeros, frágiles, leves...
Nos
asusta marchar, pero más que otros lo hagan antes.
Entonces
aparece el gato montés en el camino.
Imposible
haber aprendido tanto en una sola vida.
¿Serán
siete? Quizá más.
Su
ronroneo adormece los miedos.
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