Caballeros sin princesas
(participando en Esta Noche Te Cuento de blogspot)
Antidepresivos, ansiolíticos, vodka... un día
detrás de otro dejando que la vida pasase de largo, ante sus narices y sin
poder cambiar el papel para el que había
nacido. Su historia era conocida por todos. Hubo un tiempo en el que los niños
la escuchaban recostados en sus cunitas, mientras los mayores narraban los
mitos que construían ese mundo de creencias compartidas.
No entendía nada.
Por más que recorría el mundo no daba con una sola
princesa a la que rescatar. Las mujeres estaban ocupadas en sus quehaceres, en
sus creceres perdón, y no deseaban
que nadie las salvase de ningún peligro.
Al parecer habían aprendido a vivir sin miedo y eso las había dado un grado de
libertad realmente interesante en su búsqueda de la felicidad.
De repente, alguien se acercó a su mesa redonda en
el bar de carretera donde se encontraba en ese momento.
“Me invitas a una copa?” oyó.
”Claro ¿cómo te llamas?”, preguntó feliz.
Desde lo alto de unas plataformas del 45 y con una
larga melena rubia cayendo sobre el hombro izquierdo escuchó: “Manolo, pero
puedes llamarme Lola”.
El luminoso “Casa Arturo” hacía guiños sobre el dos
caballos plateado que esperaba en la puerta.
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