Cada persona encierra en su
interior lo mejor y lo peor del ser humano, sólo es cuestión de proporciones, de
conciencia y de voluntad.
No es posible definir al
completo y con justicia la personalidad de alguien y es por ello que terminamos
hablando de sus hechos como muestra de sus fortalezas o debilidades, y con
ellas nos retratamos a nosotros mismos.
Los estereotipos funcionan,
registran, clasifican y nos colocan en donde alguien decide. Al leer estos días
que el nuevo dirigente de la iglesia católica era aficionado al fútbol y a los
tangos, crea una imagen que poco tiene que ver cuando se leen las declaraciones
de una de sus hermanas en El País de hoy afirmando que “es la persona indicada
para tapar la podredumbre”.
Y sigue sin llegar el día en el
que el sueño se cumpla. Ese en el que
una valiente y honorable persona dedique su vida a llegar al poder para, desde
allí, echar el sistema por tierra y construir algo nuevo y justo.
El sueño, igual que la vida,
continúa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario