Mañana será otro día pensó, y
cerró los ojos.
“Pondré mucha atención al primer pensamiento
que llegue a mi cabeza, porque estoy
segura de que condicionará todo lo que venga después”, decidió firmemente antes
de que la conciencia de espíritu la abandonase definitivamente aquel lunes de
febrero.
La jornada había sido realmente
complicada. Niños, colegios, comida, facturas y para colmo, su amiga se había
molestado con ella por un comentario ingenuo sobre no sé que bobada de las
cortinas. Ah, si, su marido también había llegado demasiado tarde y cansado
como para contarle ninguno de sus “problemas” (como odia ese gesto que tantos
adultos se empeñan en hacer, con sus deditos de adultos y actitud de
adolescentes que nunca dejaron de ser).
“Nadie les dijo que precisamente las comillas expresan en el texto el
tono irónico que la voz dice por si misma”, piensa cada vez que ve a su marido
hablando entrecomillado.
Todo había ido in crescendo con
doble proyección: el estrés y mal humor fueron aumentando e inversamente
proporcionales a su pérdida de energía y ganas de vivir.
Por eso, en días como este, se
dedica a vivir la vida de los otros y para eso se sienta delante de la
televisión y se traga todo tipo de programa en los que los familiares se
insultan, los amantes se reprochan públicamente sus infidelidades, y todo tipo
de lindezas humanas disponen de su minuto de gloria en formato full hd 1080
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Sin embargo es curioso descubrir
que el estado anímico, la ganas de vivir, pueden volver desde el mismo lugar en
el que se perdieron. Fue también en televisión donde escuchó a un personaje sin
importancia una frase que la tocó en algún lugar de su cabeza y produjo un eco
interesante que la tuvo inquieta el resto del día.
“Debemos aprender a querernos. Sólo
podemos entregar a los demás lo que llevamos dentro” y en ese momento apagó las
32 pulgadas
de pantalla (ni una sola quedó iluminada) y respiró. Los niños estaban haciendo
sus tareas escolares encerrados cada uno en su habitación. Ella, sin embargo, se
sentía vacía, cansada, frustrada y molesta.
Volvió a respirar y se puso las
zapatillas de deporte. En cinco minutos estaba paseando, con el aire frío
entrando hasta sus pulmones y la cabeza comenzó a desechar todos aquellos
pensamientos que la llevaban a un lugar ingrato donde no deseaba estar.
Después de una hora de ejercicio
a buen ritmo y de regreso hacia casa, paró en la panadería del barrio. “Una
barra normal... y tres palmeras de chocolate, por favor”. El te humeante frente
a ella y el primer mordisco del dulce, produjo una definitiva sonrisa en su
interior. Su hijo entró por la puerta de la cocina en ese momento y también
sonrió. “Me invitas a una”, dijo. Ella extendió la mano.
Desde que nacemos y sobre todo en la infancia,
ResponderEliminarvamos recogiendo información y registrando actitudes negativas hacia nuestra persona, sobre todo mediante críticas, cualidades, convicciones y comportamientos que con los años vamos teniendo.
Muchas veces el esfuerzo por reprimirlos no alcanza y estos pensamientos negativos se manifiestan en forma inconsciente mediante estados de angustia, tensión tristeza e inquietud y no nos dejan continuar con nuestras actividades. Ese nexo de unión con nuestro recorrido en la vida, en las distintas etapas, que a través de creencias estamos aprendiendo a encajar.
Este tipo de actitudes son percibidas muchas veces por el resto de las personas, y esto hace que se alejen y nos creen dificultad para relacionarnos con el resto de la gente que nos rodea.
Es indispensable que aprendamos a reconocer y saber que no somos ni buenos ni malos, que tenemos que estar en paz con nosotros mismos, que somos como somos y que la gente nos tiene que aceptar así y que no me debe de importar en un grado extremo aquello que el oponente opine sobre mí ó sobre mi actitud, expresión, etc..., Tenemos que intentar revertir todo esto y trabajar de forma constante cada día, desde nuestro interior, para poder cambiar.
NURIA.
COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia.
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente.
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años