En Ruta6 se han realizado talleres de pan artesano a cargo de David Santiago. (Foto Alejandro)
Cuando la masa se te pega en las manos y en el alma, deja reposar. El tiempo también amasa, el tiempo también da perspectiva y relativiza, calma y despega, da elasticidad y nos hace un poquito más flexibles, más serenos...
Hacer
pan artesano puede ser un buen ejercicio vital. Los ingredientes fundamentales
son muy poquitos (harina, masa madre, agua y sal) como en la vida. Con ello se pretende
recuperar el cuidado al cuerpo a través de la alimentación de calidad, hecha
con tiempo y con cariño, con paciencia, sin prisas, con esfuerzo y atención, y
al final del proceso, sentarte a la mesa con las personas que realmente quieres
y disfrutar de la vianda.
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el conocimiento, conectarse con lo auténtico, hacer una visita al pasado no tan
lejano de nuestros abuelos donde en las cocinas de las casas se tejía una red
familiar y afectiva como el entramado que conseguimos con el gluten estirado y
plegado una y otra vez.
Y el
calor, del horno y de los afectos, hace su trabajo consiguiendo que la masa
crezca, igual que lo hacemos las personas.
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